Centro de Interpretación del Litoral

La Maruca, un entorno natural e histórico


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La ola

La ola, con titánicos alientos
bate el vapor; su mole ingente y ruda, 
al chocar, se deshace en mil fragmentos
y vuelve a ser después agua menuda      

Así quisiera ser. Su poder ciego
tener en un instante reunido
para logar un ideal, y luego
deshacerme en las rocas del olvido.

Vivir la vida en una hora sola...;
mas vivirla lo mismo que la ola,
con su ímpetu brutal y con su fuerza...

¡Y no el largo vivir de débil caña,
que teme siempre que el turbión la tueza
o que la ahogue el cieno que la baña!

Soneto de José del Río Sainz ‘Pick’ (1884-1964), marino, periodista y poeta. Incluido en su libro ‘Versos del mar y otros poemas’.


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¿Dos cangrejos en la misma poza?

En las inmediaciones del CIL nos hemos encontrado con dos mulatas (Pachygrapsus marmoratus) juntas en un mismo charco, de pequeñas dimensiones. Llama la atención la diferencia de color entre ambos cangrejos. ¿Cuál es el misterio?

Lo que pasa es que en realidad sólo hay un único cangrejo… y su muda, pues acaba de cambiar de piel. El cangrejo de color verdoso de la izquierda es el cangrejo vivo y  el marrón de la derecha es la ‘cáscara’ abandonada. Los crustáceos poseen un caparazón rígido y al crecer y aumentar de tamaño se tienen que desprender de él. Para ello abren el caparazón, sacan todo el cuerpo (incluidas patas y antenas) en un estado blando, se hinchan con agua y, ya con mayor tamaño, endurecen el exoesqueleto. Durante este proceso, el cangrejo es muy vulnerable al estar desprotegido frente a depredadores. Una vez endurecido, el cangrejo seguirá su vida, dejando una réplica en el lugar.

Su hubiéramos llegado unos minutos antes, podríamos haber presenciado este interesante fenómeno.

*  *  *  *  *  *  *  *

Truco: ¿Cómo distinguir una muda de un cangrejo muerto?

Mirando los ojos. Si se ven transparentes, seguro que se trata de un caparazón abandonado.


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La galerna del Sábado de Gloria de 1878

Tal día como hoy, el 20 de abril de 1878, tuvo lugar la que, sin duda, fue la jornada más trágica sucedida en aguas del Cantábrico.

Según publicó el Boletín de Comercio de Santander dos días después, ese día habían salido de Santander todas las lanchas del Cabildo de Mareantes de San Martín de la Mar: veintitrés lanchas mayores, siete barquías y una trainera, más otras embarcaciones menores. Reinaba una ligera brisa del nordeste que continuó hasta las 10 horas, momento en que las embarcaciones se encontraban recogiendo sardina. En tierra, viento sur y nubarrones presagiaban temporal. Hacia las doce viró a noroeste y se desató la galerna. Las embarcaciones trataron de acercarse a puerto o a refugio. La mayor parte de ellas se encontraban a unas cuatro leguas al O-NO de Cabo Mayor, al frente de Suances y en los lugares conocidos como Punta de Santoña, Miguelillo y La Garma. Se dispersaron y algunas intentaron arribar en La Virgen del Mar y la ría de San Pedro; éstas no lo consiguieron. Las que se alejaron de la costa o pusieron rumbo a Santander tuvieron mejor fortuna, logrando arribar algunas a eso de las cuatro de la tarde junto con una goleta mercante que recogió algunos náufragos. 

Aquella jornada se cobró, en tres cuartos de hora, la vida de varios cientos de pescadores. 254 según unas fuentes (52 de Santander, 26 de Colindres, 25 de Laredo, 3 de Castro Urdiales, 1 de Noja y 147 en el País Vasco); 318 (130 cántabros y 188 vascos) o 322 según otras (132 cántabros y 190 vascos).

Los hechos fueron incluidos en la novela ‘Sotileza’ de José María de Pereda (1885). El momento culmen del pasaje, cuando la lancha de pesca de Reñales, con Andrés al timón, consigue cruzar la barra de la bahía, fue pintado por Fernando Pérez del Camino, amigo personal de Pereda, en la obra ‘¡Jesús y adentro!’. El título alude a la jaculatoria que los pescadores pronunciaban al entrar en la seguridad de las aguas de la bahía.


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‘Potholes’ en las lastras del intermareal

Los ‘potholes’, término inglés que significa ‘bache’ pero que literalmente es traducible como ‘agujero olla’ y que algunos geólogos denominan ‘potes’, son unos agujeros u oquedades que presentan la curiosidad de tener una forma redondeada y su superficie interior lisa y casi podría decirse que pulimentada. Es frecuente encontrarse dentro de ellas algunas piedras o cantos rodados.

Se forman cuando en una pequeña depresión de la superficie de la roca se depositan piedras que, al ser movidas por los movimientos del agua y las corrientes, especialmente si se forman remolinos, van desgastando y puliendo la superficie como si se tratara de un molino de bolas. Es lo que se denomina erosión helicoidal. La depresión se va haciendo cada vez más profunda hasta formar el agujero en el que quedan encerradas las piedras y que en ocasiones puede tener un diámetro interior mayor que el de la boca, recordando entonces la forma de las ollas y marmitas antiguas.

En los alrededores de La Maruca y el Centro de Interpretación del litoral, especialmente en la zona de Bañaperros y Rosamunda, es fácil encontrase con alguna de estas pequeñas formaciones geológicas. Te animamos a que las busques.


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Interpretando la matrícula de los barcos

En la proa de los barcos de eslora comprendida entre los 2,5 y los 24 m debe aparecer su matrícula o número de identificación. Así como las antiguas matrículas de los coches nos decían su procedencia, las matrículas de los barcos, con su combinación de cifras y letras, nos dan una serie de datos sobre el mismo que a los profanos les pueden pasar desapercibidos. ¿Qué nos dicen las matrículas?

En primer lugar nos encontramos con un número ordinal que nos indica la lista a la que pertenece el barco; vendría a ser su categoría.

Existen nueve listas, que son las siguientes:

1ª Plataformas de extracción del subsuelo marino y barcos auxiliares
2ª Buques de transporte de pasajeros o mercancías (o ambos)
3ª Buques de pesca
4ª Barcos auxiliares de pesca y de acuicultura
5ª Remolcadores y barcos auxiliares del servicio de puertos
6ª Embarcaciones deportivas que se explotan con fines lucrativos
7ª Embarcaciones deportivas de recreo
8ª Buques de organismos públicos (nacionales o autonómicos)
9ª Lista provisional para buques aún en construcción

A continuación vienen dos letras, que indican la provincia marítima a la que pertenece. En el caso de Cantabria, se corresponden con la provincia marítima de Santander, identificada por las letras ‘ST’.

La lista completa de las provincias marítimas y sus correspondientes letras se puede consultar aquí:

https://es.wikipedia.org/wiki/Provincias_mar%C3%ADtimas_espa%C3%B1olas

Junto a las letras de la provincia marítima, una cifra indica el distrito, representado por el puerto el puerto más relevante de cada uno de ellos. En Cantabria (provincia marítima de Santander) son seis:

ST-1Castro Urdiales
ST-2Laredo
ST-3Santoña
ST-4Santander
ST-5Requejada
ST-6San Vicente de la Barquera

Le sigue un grupo de hasta tres cifras que corresponden al número del folio (la documentación del barco) y termina con otro grupo de dos cifras que indican el año de matriculación (a partir de 1991).

Este barco tendría un uso recreativo, estaría matriculado en Requejada, con el folio nº 8 y sería del año 1993.

De este modo, interpretando la matrícula, podemos saber su actividad, su lugar de origen y su antigüedad.


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¡Feliz 40º cumpleaños, Museo Marítimo del Cantábrico!

Tal día como hoy, el 3 de abril de 1981, se inauguró oficialmente el Museo Marítimo del Cantábrico en Santander, bajo la dirección de José Luis Casado Soto. El museo se gestó gracias a la iniciativa de Rafael González Echegaray, presidente de la Diputación Provincial de Santander, y de Orestes Cendrero, director del Laboratorio Oceanográfico de Santander, que consiguieron en 1972 la firma de un convenio entre la Diputación y el Instituto Español de Oceanografía (IEO) para construir los edificios que albergaran el Museo y el centro del IEO. En el nuevo museo se alojaron los fondos de la colección de Historia Natural de la Estación de Biología Maritima de Santander que se hallaban en el museo del pabellón de Molnedo (denominada popularmente «La Biología») y del Museo Naval del Real Astillero de Guarnizo, construido por iniciativa del Centro de Estudios Montañeses, según cuenta su actual director, Gerardo García Castrillo.

Las instalaciones actuales datan del año 2003, cuando se inauguró la modificación y ampliación del edificio original, que permitió ampliar los acuarios y exponer fondos que hasta entonces no disponían de espacio expositivo.


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Ley de pesca de Cantabria

El pasado 22 de marzo, se publicó en el Boletín Oficial de Cantabria la Ley 1/2021, de 4 de marzo, de Pesca Marítima, Marisqueo y Acuicultura de Cantabria.

Esta ley tiene por objeto regular, en el ámbito de las competencias de la Comunidad Autónoma de Cantabria los asuntos referidos a la conservación, la protección y la regeneración de los recursos marinos; el ejercicio de la pesca marítima, el marisqueo, la explotación de algas y la acuicultura; la ordenación del sector pesquero de Cantabria; la comercialización y la transformación de los productos pesqueros en Cantabria; las actividades de buceo; la formación en actividades náuticas, tanto profesionales como recreativas; y la inspección, el control y el régimen sancionador en los asuntos considerados en la misma.

La ley entrará en vigor un mes tras su publicación en el BOC.

https://boc.cantabria.es/boces/verAnuncioAction.do?idAnuBlob=359564


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La liebre de mar

Por el mar corren las liebres
por el monte las sardinas, tralará...

Correr, correr, lo que se dice correr, no; pero arrastrarse por el fondo, trepar entre las algas o incluso nadar, sí que lo hacen las liebres de mar como ésta que nos encontramos recientemente en una charca de La Maruca, muy cerca del Centro de Interpretación. Así que en la canción no se miente tanto como se pretende.

Las liebres de mar son moluscos gasterópodos, al igual que los caracoles, pero con la concha muy pequeña y no visible al estar recubierta por el manto (vamos, que la llevan por dentro). Dentro de los gasterópodos, se incluyen en la subclase de los opistobranquios y a su vez en el orden de los tectibranquios. La liebres de mar pertenecen al género Aplysia, pudiéndose encontrar en nuestras costas varias especies.

Se caracterizan por tener un cuerpo globoso, con unas expansiones laterales del manto que forman como alas y que en algunas especies les permite nadar mediante movimientos ondulantes del mismo, lo cual es todo un espectáculo. En la parte anterior del cuerpo, en la cabeza, presentan dos tentáculos dirigidos hacia delante, a los lados de la boca y formados por tejido enrollado; en la zona del cuello llevan otros dos apéndices con funciones sensoriales, llamados rinóforos. Éstos se dirigen hacia arriba y, por estar también enrollados sobre sí mismos, recuerdan el aspecto de las orejas de una liebre y de ahí, junto a la forma general del cuerpo, les viene su nombre común. En la siguiente foto se pueden ver en la parte derecha del animal, que corresponde con la cabeza, aunque no demasiado bien, dicha sea la verdad.

Los colores varían según la especie, la edad y también de las algas de las que se alimentan, pues son herbívoras. En nuestro caso, el ejemplar medía unos 15 cm y mostraba un intenso color rojizo-violáceo oscuro, como de vino tinto. El margen rojo de las ‘alas’ del manto nos indica que pertenecería a la especie Aplysia fasciata, por lo que sería capaz de nadar. Otra especie común en nuestras costas es Aplysia punctata; se parece mucho a A. fasciata, pero no es capaz de nadar.


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Erosión eólica en La Maruca

El viento es un agente erosivo que puede actuar sobre la roca, sobre todo si ésta es de tipo blando, como es el caso de las areniscas. En La Maruca, en la margen izquierda de la entrada de la ría de San Pedro del Mar, quedan al descubierto unos estratos de areniscas calcáreas situados por encima del nivel de la pleamar y orientados al nordeste, en los que se aprecia bien este fenómeno erosivo.

El viento arrastra partículas, granos de arena o gotas de agua que al golpear contra la roca la van desgastando progresivamente, creando en ocasiones formas caprichosas.

En este tipo de erosión es frecuente que se formen alveolos u oquedades redondeadas en la roca de tamaño variable que los geólogos denominan ‘tafoni’.